viernes, 4 de marzo de 2011

Deforestación en Republica Dominicana

La República Dominicana ocupa 48 mil 442 kilómetros cuadrados ( las dos terceras partes ) de la isla de Santo Domingo o Española, la que comparte con Haití. Con una población que sobrepasa los 8 millones, de los cuales 2.3 millones residen en la ciudad de Santo Domingo, capital de la República, el país desde la década de los 80 del pasado siglo ha asumido un modelo de desarrollo económico de servicios conforme lo han dictado el Fondo Monetario Internacional y los demás organismos internacionales.

Con anterioridad el país era uno de los principales productores de azúcar de caña, café, cacao y tabaco que junto a la minería eran los renglones en que se basaba su exportación, mientras su consumo interno era satisfecho en gran medida con la producción de arroz, frijoles, bananos, entre otros.
En 1982 se iniciaron los ajustes del Fondo Monetario Internacional lo que provocó un levantamiento popular en abril de 1984 que produjo más de cien muertes en el país.

Desde entonces el país se sumió en la senda neoliberal, la pobreza se ha profundizado y para imponerla fue necesario destruir, dividir, someter a la obediencia o neutralizar a las más importantes organizaciones sindicales y campesinas.

En este contexto solo el movimiento de pobladores urbanos y organizaciones obreras, campesinas, feministas, profesionales, ecuménicas, juveniles, estudiantiles, entre otras, independientes han estado confrontando esta política neoliberal logrando un gran respaldo de la población desde un principio, pero debilitadas en base a los múltiples errores cometidos en el uso reiterativo de determinados métodos de lucha.
Veamos brevemente las cuestiones más relevantes de la situación ambiental dominicana.

¿Cómo creció la deforestación?

En la medida en que se hicieron mayor número de asentamientos humanos próximo a los bosques se vinieron eliminando gradualmente las áreas forestales originales en la superficie de tierra firme, este complicado fenómeno se extendió desde las proximidades de las costas a lo profundo de valles y llanuras para penetrar como un monstruo indetenible a lo más hondo en los corazones de sierras y cordilleras, surtiendo grandes impactos a la ecología y el medio ambiente durante muchos siglos. Por las variedades vivas que habitan el bosque sus plantas, árboles, aves, reptiles, y otros animales silvestre, por su función de protección de suelos, ríos, arroyos, cañadas, los bosques se consideran como los más hermosos ecosistemas terrestres; pero en la manera en que la naturaleza procesa estos ecosistemas hay muchas realidades complejas que no alcanzan a ser comprendidas por la cultura de quienes lo eliminan.







Imágenes tomada en el Distrito Municipal de Las Palomas, Santiago, R.D.


Video

jueves, 3 de marzo de 2011

¿Que afecta la deforestacion?



LAS AGUAS CORRIENTES

Sin agua no es posible concebir la vida y, específicamente, la vida humana. La depredación del bosque pone en peligro la existencia del agua necesaria para la población. Se calcula que las cuencas hidrográficas que se encuentran en una situación crítica, abarcan un área de alrededor 600,000 mil hectáreas que demandan urgente reforestación.

En un trabajo realizado por la Dirección Nacional de Parques con el título: “Se acaban nuestros ríos” se lee lo siguiente: “El río Inoa en 1942 medía 40 metros de ancho cerca de San José de las Matas y para cruzarlo había que nadar. En él se ahogaban bañistas, y por el cauce remolcaban troncos a los aserraderos y el agua movía una hidroeléctrica que daba luz a San José de las Matas. La hidroeléctrica hoy ya no funciona porque no hay agua suficiente para hacerlo, pues el río se ha reducido a un hilo de agua cuyo ancho es de tres metros. Al desaparecer los árboles se acabó el Inoa como río”. Como el río Inoa, según un inventario que tomó personalmente el Dr. Héctor Pérez Reyes, en el país han desaparecido 28 ríos importantes, 638 arroyos principales y más de 12,000 escorrentías y manantiales.

Los bosques son verdaderos almacenes de agua. Cuando la lluvia cae, la absorben como una esponja y no dejan que se pierda por escorrentía.

El agua almacenada por el bosque, constituye los grandes reservorios naturales que le dan agua a los ríos, cañadas y arroyos para que éstos no se sequen. Tiene una función importante de sumidero.



Una preciosa imagen del rio Yaque del Norte


EL CLIMA Y LA SANIDAD AMBIENTAL

La deforestación influye negativamente en el clima ya que la temperatura puede variar en relación con la gradación, habiendo la posibilidad de que se eleve durante el día por la falta de sombra, y en el período nocturno la tierra pierda fácilmente temperatura, adoptando condiciones semejantes al fenómeno que se da en los desiertos.

Los bosques operan como un filtro purificador del aire porque las plantas en sus actividades biológicas de respiración y trans- piración liberan oxígeno, gas indispensable para el ser humano y los animales.
La atmósfera está compuesta por capas que se diferencian unas de otras por sus niveles de energía. En las capas inferiores de la troposfera (los primeros 6 kilómetros verticales), los niveles energéticos son influenciados grandemente por las plantas, mediante la actividad fotosintética de las masas forestales.

Es importante destacar en lo que concierne al papel trascendente de la foresta, que la República Dominicana y, específicamente sus cordilleras principales, al estar orientadas casi paralelamente en dirección este-oeste, hacen barreras naturales al paso de los vientos alisios que forman los anticiclones del Trópico de Cáncer, del cual distamos apenas tres grados que son los responsables del régimen pluviométrico del país.



  Valle del Cibao


REDUCE Y DEGRADA LOS SUELOS

El deterioro de los suelos en las cuencas altas tiene como factor secundario la agricultura precaria de corte-quema-abandono que practican campesinos sin tierra por razones de sobrevivencia. Estos factores dejan el suelo de ladera expuesto al efecto erosionador de las lluvias hasta aflorar en muchos lugares, el material parental.
Se estima que el 86% de la superficie de las cuencas hidrográficas del país presentan problemas graves de degradación. Gran parte de la cantidad de sedimentos originados en el proceso de erosión se deposita en los sistemas de regulación y distribución (embalse y canales), con los efectos de reducir significativamente la vida útil de las presas y de encarecer notablemente los costos de mantenimiento de los sistemas de riego.

De continuar este infernal deterioro de los suelos que es la erosión, seguirá alterándose de manera progresiva la escorrentía de los ríos, lo que, a su vez, incidirá negativamente en la capacidad de producción de energía y en la disponibilidad de agua para regadío y para el consumo humano e industrial. Además, afecta a nuestras playas y de seguirse agravando representaría serio peligro para la industria turística.

ATENTA CONTRA EL AUGE DEL TURISMO

Estudios técnicos realizados hasta el año 1991 en la extensión de 1,576 kilómetros de costas de la República Dominicana, se inventariaron 89 playas con posibilidades turísticas.
Pero el turismo no sólo se fomenta a través de las playas.
Al turismo, tanto nacional como extranjero, debemos ofrecerle, además, el bosque como recreación y paisaje. Una concepción moderna del turismo posibilita al visitante el reencuentro con la naturaleza por medio de los ecosistemas naturales representativos de cada país.

El ecoturismo, turismo de aventura, agroturismo, científico, etc., tiene un crecimiento a nivel mundial entre un 3 y un 5 % anual (encuesta Mac Kinsey & Co.).

En 1985, para poner un ejemplo, la Corporación Nacional Forestal de Chile fue la ganadora del galardón otorgado por la Organización Mundial del Turismo.  

miércoles, 2 de marzo de 2011

Deforestación y Reforestación

Cobertura boscosa de la República Dominicana

Se estima que la cobertura boscosa de la República Dominicana rondaba los 40,000 km2 al inicio del siglo XX. Esto correspondía al 83% de la superficie total terrestre del país (48.380 km2). En las décadas de los años veinte, treinta y cuarenta del siglo pasado, se perdió de un 10 a un 15% de esta masa boscosa, dejando sólo unos 35,000 km2. En la época posguerra, la deforestación se aceleró causando una pérdida de 75 a 85% de la cobertura que había al comienzo del siglo XX. La mayor tasa de destrucción se presentó en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado. A finales de esta última década sólo quedaron unos 5,000 km2 bajo cobertura forestal en la República. Luego, en los años noventa, se empezó a revertir este proceso destructivo, recuperando poco a poco la masa boscosa del país. Finalmente, la ley forestal (#203) que fue establecida a finales de los años sesenta empezó a dar sus frutos. Esta ley tenía como fin detener la tala del bosque dominicano y fomentar la recuperación de tierras degradadas. De hecho, a través de programas de reforestación se pudo aumentar la superficie de bosques en el país hasta tener unos 13,000 km2 en el año 1998, más del doble de lo que había a mediados de los años ochenta, pero siempre no más de una fracción (30%) de lo que existía hace 100 años. Después de ese período, la superficie forestal de la República Dominicana se estabilizó por unos años, mostrando un equilibrio entre la deforestación y la reforestación. De hecho, según la reciente Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales publicada por la FAO, en el año 2005 la cobertura boscosa dominicana osciló alrededor de 13,760 km2, lo que corresponde a unos 28.5% de la superficie total del país. La tasa anual de variación de la superficie forestal en el país fue de 0 a un 0.5% de disminución por año en el período entre 2000 y 2005.

Causas principales de la deforestación

La causa principal de la deforestación en América Latina y el Caribe es la conversión de los bosques en extensas tierras agrícolas y ganaderas. Otros factores que influyen en la pérdida de masa forestal en el hemisferio occidental son los incendios forestales, la tala industrial con fines comerciales, la producción de carbón vegetal y leña, la minería incluyendo la explotación de petróleo y gas, la construcción de represas y megaproyectos de infraestructura (por ejemplo, carreteras), la urbanización, el desarrollo costero, y en zonas originalmente cubiertas por bosques de mangle, las granjas camaroneras.

En el Caribe son también muy frecuentes las pérdidas de bosque por desastres naturales que generan daños severos a los árboles, erosión del suelo, deslizamientos e inundaciones. Cada par de años los huracanes y tormentas tropicales causan estragos devastadores sobre islas como Cuba, La Española, Jamaica y Puerto Rico, destruyendo sus bosques naturales y plantaciones forestales. Recientemente se ha notado que hay un incremento en la cantidad e intensidad de huracanes y tormentas en la región caribeña, posiblemente originado por la acción humana relacionada con el calentamiento global.

En la actualidad se sabe que la deforestación incrementa la temperatura sobre la faz de la Tierra, ya que al talar los árboles el carbono almacenado en los troncos y ramas regresa a la atmósfera. Se calcula que los árboles están compuestos de carbono en un 50% y que la cantidad de carbono almacenado en la biomasa forestal mundial es de unas 283 gigatoneladas (Gt) de carbono, aunque descendió a nivel mundial en 1.1 Gt anuales entre 1990 y 2005. Para la República Dominicana, la FAO calcula que hay 60 toneladas de carbono en la biomasa por hectárea, lo que resulta en un total de 82 millones de toneladas de carbono para el país. Esta cantidad de carbono forestal se ve distribuido entre un total de 64 millones de metros cúbicos de masa forestal dominicano.

A la vez, se estima que la deforestación en el mundo es el responsable de emitir del 25 al 30% de los llamados gases del efecto invernadero que son liberados a la atmósfera cada año. Esto significa un insumo de unos 1,600 millones de toneladas de gases anualmente. En este sentido, la tala y quema indiscriminada contribuye enormemente al cambio climático que estamos viendo en nuestros tiempos y que causa el calentamiento de la superficie de nuestro planeta con todas sus consecuencias devastadoras.

La deforestación y degradación forestal producen efectos adversos sobre la diversidad y ecología de los bosques, amenazando sus múltiples funciones, incluidas la conservación de la diversidad biológica, del suelo y los recursos hídricos, el suministro de madera y de otros productos no forestales, además de servir como áreas de esparcimiento y sumideros de carbono. En resumen, al perder su cobertura forestal, las tierras ven reducida su capacidad para contribuir al mantenimiento del equilibrio ecológico del planeta, lo que afectará de manera negativa al bienestar del ser humano que depende de los servicios ambientales que ofrecen ecosistemas muy valiosos como los bosques tropicales y templados.

Gestión de los recursos forestales en RD

En cuanto a su producción y consumo forestal, en el año 2004 la República Dominicana exportó un volumen total de 556,000 m3 como leña, mientras se importaba 267,000 m3 en madera aserrada, 31,000 m3 en tableros a base de madera, y 182,000 toneladas en papel y cartón. Simultáneamente produjo 130,000 toneladas en papel y cartón, lo que resultó en un consumo total de 312,000 toneladas de papel y cartón a nivel nacional.

Afortunadamente, el ritmo de la pérdida neta de bosque maduro dominicano, originalmente causado por la demanda de productos forestales, se está disminuyendo de manera considerable, gracias a la siembra de plantaciones forestales y a la restauración de los bosques a través de la regeneración natural. El uso actual y la gestión moderna de los bosques demuestra que hay lugares que experimentan progreso y mantienen o recuperan su cobertura boscosa. De la misma manera ayudan en la reducción de la pobreza y a garantizar la sostenibilidad del medio ambiente en la República Dominicana.

En los últimos cien años, la República Dominicana ha logrado grandes avances en cuanto a su legislación forestal. La primera Ley Forestal (ley # 4794) apareció en 1907 y consagró la creación de los Guardacampestres. Desde entonces ha habido muchas normas ejecutivas, leyes y regulaciones, cada vez más enfocadas en el manejo forestal sostenible y la conservación de los recursos forestales. Hace diez años, en 1999, se estableció la Ley # 118 mediante la cual la Dirección General Forestal del país pasó a formar parte de la estructura de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARENA). A partir del siglo XXI, la legislación forestal que sirve de marco legal e institucional para el moderno manejo integrado de los bosques dominicanos se fundamenta en cuatro normas jurídicas: a) la Ley # 5856 sobre la Conservación Forestal y Árboles Frutales; b) la Ley # 705 sobre el Control de Corte de Árboles y Operaciones Industriales; c) la Ley # 290 sobre el Incentivo Forestal; y, d) la Resolución # 258 que aprueba el Plan Forestal Nacional.

Ahora, a nivel nacional, la Subsecretaría de Recursos Forestales de SEMARENA funciona como ente gubernamental que se encarga de promover y garantizar la repoblación forestal y el manejo sostenible de los recursos forestales en el marco de la aplicación de la política forestal del Estado y las normas que regulan su aprovechamiento. De la misma manera tiene como tarea el ofrecimiento de la información más actualizada en asuntos forestales, obtenida de investigaciones realizadas en el país y en zonas de otros países que puedan aplicarse en la República Dominicana.

Desde finales de los años noventa, ha tenido auge el desarrollo de nuevos proyectos de ley que proponen modernizar al sector forestal, basados en los nuevos conceptos de desarrollo económico sostenible, socialmente más justo y ambientalmente harmonioso. En el año 2003, por ejemplo, fue presentado al Congreso Nacional el proyecto de Ley de Fomento Forestal. Cinco años después, se contó con un anteproyecto todavía más elaborado que establecía un amplio marco legal que permita que en diez años el país sea autosuficiente en materia de producción maderera. Este anteproyecto cubre muchos temas forestales de interés nacional incluyendo la producción forestal sostenible y el pago por servicios ambientales. El borrador del anteproyecto fue discutido en el 2007 a través de la Mesa de Diálogo sobre Bosques (MDB) y luego en la Cámara Forestal, y en este momento está siendo modificado de acuerdo a nuevas sugerencias al proyecto, antes de ser enviado al Congreso para su conocimiento y sanción. En el anteproyecto se prevé la creación de un fondo de desarrollo forestal y el establecimiento de un instituto descentralizado para el fomento de la producción de bienes y servicios de los bosques con fines comerciales. Con estos esfuerzos, la República Dominicana está tomando el liderazgo en materia del manejo integrado forestal en el Caribe insular.

Programas de Reforestación

En la última década la República Dominicana ha hecho muchos esfuerzos para repoblar el país con bosques y plantaciones forestales, a través de sus programas de reforestación. Un hito importante en la historia moderna es la publicación en 1994 del manual para la reforestación en la República Dominicana, escrita por Andrea Brechelt y publicada por la Fundación Agricultura y Medio Ambiente. Más recientemente, SEMARENA declaró octubre como mes de la reforestación. Como parte de este esfuerzo se propone forestar durante este mes y con gran intensidad, las fincas que fueron deforestadas en el pasado y las orillas de los ríos que pasan por las mismas. Además, en la República se celebran ahora las denominadas Jornadas Nacionales de Reforestación que toman lugar el último sábado de cada mes en todo el territorio dominicano, con lo que se siembran miles de árboles de diferentes especies.

Otro esfuerzo particular es la recuperación del Cachón de la Rubia en Santo Domingo Este, donde se creó el “Bosque de la Mujer”. Aquí, un grupo de mujeres sembró una cantidad de árboles con nombres femeninos como la caoba, la penda, la ceiba, la anacahuita y la palma cana, entre otras. Otras iniciativas de reforestación – cubriendo una superficie de más de 100 km2 – están en camino a Constanza, Jarabacoa, Las Matas de Farfán, Maimón, Polo, Salcedo, San José de Ocoa, San Juan, Santiago y Villa Altagracia. A la vez se estima que las cuencas hidrográficas del país que se encuentran en una situación crítica y requieren de proyectos de reforestación abarcan una superficie de aproximadamente 6,000 hectáreas. Esto indica que todavía queda mucho por hacer para que el país –que de por sí es, en su mayoría, de vocación forestal– tenga un paisaje funcional donde los bosques sean manejados de manera sostenible, contribuyendo a la conservación de la biodiversidad y ofreciendo los valiosos bienes y servicios ecológicos de los cuales depende la población dominicana para su bienestar, ahora y en el futuro.